jueves, 16 de agosto de 2018

El Noctámbulo, nº 28 del 16 de agosto de 2.018


El noctámbulo
Informativo amplio              Edición Domingo  Hoy 16 de AGOSTO de 2.018    nº 28              Precio: 1 real





SUMARIO

1.     TESTIMONIO DE VIDA por Juan Quintín
2.     MUNDO ABIERTO, por Marelbis Orellana
3.     ESQUINA NORTE: LIBROS, Cartas verano 1926, por Julia Blanc-sec
4.     ESQUINA ESTE: CIENCIA, Escutoide  por Dr. Arcadio Funset
5.     DESTELLOS DE MI MUNDO, por Marta Díaz
6.     AL DIRECTOR QUE LE DEN
7.     LEYENDAS URBANAS




TESTIMONIO DE VIDA

LA  ALEGRE ADOLESCENCIA III

Por Juan Quintín
Prólogo

Me llama el señor Director y voy a su despacho, de estilo isabelino con cornucopias del rococó, unas litografías victorianas y unos sorprendentes objetos marinos, como un farol y una bitácora, que demuestran la demencia senil del diseñador del habitáculo.

El Director, desde su poltrona, me dice que no está contento con mi ritmo de entrega de Testimonio de Vida. Llevamos casi 30 números y estoy saliendo de la niñez. Con optimismo calcula que no llegaré a cantar los cuarenta y no quisiera publicar unos Testimonios inacabados. Me exige que publique en todos los números y aun así le quedan dudas.
Le enseño la lengua y me bajo los parpados para que observe el blanco impoluto de mis corneas pero no le convenzo. Le pido como contraprestación que me suba el salario y nunca en el despacho se habían oído carcajadas tan risueñas

Me remango y me pongo al trabajo.

En el Instituto Ramiro de Maeztu, pasé 7 años de bachillerato. En esos años, estoy convencido de que me formaron como persona librepensadora, con criterio que viene de espíritu crítico. Me enseñaron a ser ciudadano socialmente competente. Practiqué la Integración y el Ecologismo sin saberlo, porque en aquellos años no se titulaban así. Reconozco que salí ignorante del derecho de género, porque el tema se relacionaba  con la entonces Ley vigente de vagos y maleantes.

Antes de seguir debo reseñar como era el Instituto.
Hay un libro llamado “Historia del Ramiro de Maeztu”, del Padre Mindan que puede servir al curioso que quiera profundizar en el tema; y si quiere una aproximación con detalles puede recurrir a WIKIPEDIA

https://es.wikipedia.org/wiki/Instituto_Ramiro_de_Maeztu#Ubicaci%C3%B3n_del_instituto

El antecedente del RAMIRO fue el Instituto Escuela.

Vuelvo a subirme al autobús gris del PMM que cruza  el arco de entrada en la calle Serrano nº 127.
A tu izquierda queda la Iglesia del Espíritu Santo, que a su vez es colindante con los edificios y jardines del recién estrenado Centro Superior de Investigaciones Científicas.
A la derecha dejamos una cancha de tenis o de voleibol, según subieras o bajaras su red.  A continuación unos pequeños edificios de una planta, con la fachada de cristal y un pequeño jardín. Están dedicados a la Educación Primaria, y a aulas de idiomas no populares, como alemán e italiano.

Terminados estos edificios, si giramos a la derecha desembocaremos en una rotonda frente a la fachada principal del Instituto. En tiempos pretéritos, en el centro de la rotonda había un plinto y sobre él la estatua ecuestre de Franco.
(En su día recopilé datos de estas estatuas ecuestres y hasta hice un pequeño ensayo sobre las peculiaridades de cada una de ellas).
Si en la rotonda seguíamos por su derecha discurríamos por una calle en la que estaban el Cine-Salón de Actos y los Talleres

A la espalda del caballo se abría una amplia escalinata cuyo ascenso te permitía llegar a los campos de deporte. Fundamentalmente, el campo de futbol era de tierra para cultivar la dureza de nuestras rodillas. Tenía tribuna y todo. La tribuna daba en su fondo trasero a la calle de Jorge Manrique, conocida como calle de los culos. Debía el sobrenombre a una fila de estatuas de estilo helénico, ornato del campo de futbol, vestidas someramente y cuyas nobles partes traseras daban a la citada calle que se fue completando con edificaciones posteriores, entre ellas una Residencia de señoritas estudiantes cuyas ventanas se abrían justo a la altura indebida de las estatuas
Ante la reclamación de las recatadas señoritas, a alguien se le ocurrió instalar unas jardineras detrás de los pies de los atletas marmóreos. Debido al clima, al poco riego o que no eran las plantas adecuadas su crecimiento no pasaba de las corvas, por lo cual cuando florecían los hierbajos, se realzaban las partes pudendas.
La instalación deportiva se completaba con un frontón de dimensiones reglamentarias.
En el campo de futbol nos reuníamos cada día a primera hora,  todos los cursos excepto el que debía asistir a la Santa Misa en la Iglesia del Espíritu Santo. El lunes era primer curso, el martes segundo y así correlativamente. El motivo de la reunión era ejecutar una sencilla tabla de gimnasia a golpe de silbato, depositando previamente la cartera de libros y, según el tiempo, la prenda de vestir conveniente, delante de tus pies.
Terminada la tabla, en formación de 3 en fondo, con el redoble de dos tambores y una corneta, descendíamos por la escalinata en la que se perdía el paso, que se recuperaba antes de enfilar el lateral de la estatua para terminar ascendiendo, ya sin formación, al vestíbulo del Edificio y así poder repartirnos por las aulas.
El Edificio tenía forma de U. En su seno estaba la piscina. En los bajos, el gimnasio y una minúscula cantina
Aledañas al edificio, en el ala izquierda, estaban las dos canchas de baloncesto donde nació EL ESTUDIANTES, y una hipotética pista de patinaje





MUNDO ABIERTO

PARENTESIS ESPAÑOL

Por  Marelbis Orellana


Estuve en España unos 10 años, desde el 69 al 79. Después encadené países y viajes.
Mi cometido de  Relaciones Laborales, al que después alguien le puso el horrible nombre de Recursos Humanos, que suena a una contabilidad con un  Debe y con un Haber pero de seres humanos, se centró principalmente en mi colaboración con la Empresa Cementera aunque ejercí otras tareas para diversos clientes, consistentes en lo que también de forma horrible se denominaba caza de talentos.

Interesada en los aspectos sociales manifestados en diversas formas de entender la vida, aproveché viajes de trabajo para conocer y profundizar en ellos. Como la Empresa tenía varias fábricas, viajé en repetidas ocasiones a cada una de ellas y experimenté diversas formas no solo de entender el trabajo, sino también la cotidiana vida familiar, social y de amistad, en entornos diferentes.
Viví momentos especiales y momentos trágicos.

En la fábrica andaluza de la ciudad califal, cuyos empleados formaban en el mejor aspecto de la palabra una familia unida, coincidí en un viaje con un evento entrañable, como fue el bautizo de un niño, hijo de una empleada y de un padre ajeno a la fábrica, que no lo reconoció como hijo. La madre fue un caso anticipado de ejercer sin abdicar de sus derechos de madre sin necesitar de un padre, que posiblemente lo era solo por un azar, en aquellos años en los que predominaba el “que dirán”, y en los que se decía mucho de una madre soltera.
Sus compañeros lo entendieron. El Taller eléctrico apadrinó al niño. El bautizo se celebró en una ermita cercana a la fábrica y el celebrante, con luces de la época, se empeñaba en que tenía que haber un padre y adjudicó el papel a cualquier hombre que se acercara al altar. Se festejó en el jardín de la ermita, con dos o tres barriles de cerveza y un enorme caldero de rabo de toro, cocinado previamente por el grupo de padrinos eléctricos.
Fue una tarde calurosa y mis recuerdos desaparecen con el ocaso, después de la cerveza y del rabo.
En el Parador de Turismo, donde residía, a la mañana siguiente me llevaron el desayuno a la habitación y delicadamente añadieron a la bandeja una caja de aspirinas

Previamente al bautizo asistí, en el despacho del Director de entonces, Sir Lewis Wooster, a la curiosa ceremonia de predicción del sexo de la criatura. Era Jefe del Laboratorio una persona entrañable, por su educación y sensibilidad que compaginaba con un extensísimo conocimiento técnico del cemento. Se preciaba de poseer una completísima librería sobre el tema. Su nombre para todos era Don Pedro y sobraban sus apellidos, todos ellos ilustres.
Don Pedro se ofreció a ejercer de adivino con un péndulo que según las oscilaciones indicaba el sexo de la criatura nonata. La madre se puso de pie. Don Pedro inclinado hacia ella con el péndulo y todos expectantes, incluido el Lewis. Nunca pudimos saber cuál había sido la predicción porque en ese momento irrumpió en el Despacho el Director de la Zona, Don Rafael, cuya seriedad, procedente de su formación castrense, era reconocida, alabada y temida por toda la Empresa.




La alegre Buhardilla
Separata cultural Edicion conjunta El noctambulo de Hoy 16  de Agosto de 2.018 nº 28      Precio: 1 real


ESQUINA NORTE: LIBROS
 Por Julia Blanc-sec


“Cartas del verano de 1926”. Pasternak, Rilke, Tsvietáieva, sintonía a tres voces que  hablan de literatura y vida


“Dispersos en bibliotecas, grises de polvo,
Ni leídos, ni buscados, ni abiertos, ni vendidos,
Mis poemas se degustarán como los vinos más raros
Cuando sean viejos”.
(Marina Tsvetáieva, 1913)

Agobiada por una situación que rayaba en la miseria, la escritora rusa Marina Tsvetáieva acudió el 26 de agosto de 1941 al Comité de Escritores de Ielabuga, localidad de la república autónoma de Tataria, en la cuenca del Volga, donde llevaba un tiempo residiendo, para pedir que le dieran un empleo como lavaplatos en la cantina de la asociación. Todavía no había recibido respuesta cuando, el 31 de agosto, a los 49 años, se colgó del techo de la despensa de la casa donde vivía con su hijo Mur, en régimen de semi-deportación.
Al marido, Sergei Efron, oficial del ejército blanco,  le habían fusilado por espía; tenía  una hija en la cárcel y la otra había muerto literalmente  de hambre cuando era casi un bebé. El chico, al que su marido se negó a reconocer, fue producto de una relación adúltera.  Había dejado una hilera interminable de amantes de ambos sexos,  casi siempre más jóvenes que ella, – entre otros el ensayista y poeta judío ruso Ossip Mandelstam, uno de los creadores del acmeísmo o “nostalgia de la cultura universal” que rechaza el simbolismo ruso,  la poetisa Sophia Parnok, la actriz Sophie Holliday, el poeta  Maximilien Volochine, que fue su mentor, el  dibujante Constantin Rodzevitch, padre del niño Mur (“como el gato Murr del cuento de Hoffmann”), muerto en 1987 en París, en una residencia para emigrantes rusos desperdigados por media Europa, cuando no desaparecidos en las sucesivas guerras y por los meandros de la historia.

Años antes, en el verano de 1926, Marina, rusa blanca y judía,  mantuvo durante varios meses una correspondencia a tres bandas con el escritor ruso Boris Pasternak, al que le unía una amistad con tintes eróticos nacida en Moscú,  y el poeta y filósofo alemán Rainer Maria Rilke. “La comunicación con Suiza está cerrada para nuestro país. Y en Francia vivía Tsvietaieva, una gran amiga con quien  mantenía correspondencia y que también conocía y amaba a Rilke. Quise hacerle un regalo: presentarla a Rilke, que se conocieran…” (Parternak a Z.RF. Ruoff, mayo de 1956, cuando ya hacía mucho tiempo que Marina y Rilke no existían).

Mezcla de pasión amorosa y fuga poética, durante los meses cálidos de aquel año, tres de los mayores poetas de su tiempo intercambian un correo apasionado. Pasternak se encuentra  inmovilizado en Moscú por la revolución (es el Doctor Zivago), Tsvetáieva está en Francia en calidad de refugiada, repudiada por otros intelectuales rusos; y una leucemia consume en Suiza a Rainer Maria Rilke. Boris y Marina se conocen muy bien; Rilke no ha visto nunca a la escritora y apenas conoce a Pasternak. Este último es quien presenta a los otros dos y, siempre por carta, inicia un triángulo literario nacido de la admiración recíproca. El aislamiento, la ausencia de contacto favorecen la exaltación, la idealización… y exacerban la susceptibilidad, los celos, los remordimientos e incluso la ruptura.
 "Una carta es una especie de comunicación del más allá, menos perfecta que el sueño aunque obedece a las mismas leyes. Ni una ni otro se hacen por encargo: no soñamos ni escribimos cuando queremos sino cuando la carta quiere ser escrita y el sueño soñado” (de Marina a Boris Parternak, 19 noviembre 1922)

La vida ha sido hermosa, muy hermosa, pero también hay que morir un día. He amado a  la vida y a ti”.  El 30 de mayo de 1960, dos años después de publicarse “Doctor Zivago”, Boris Pasternak, minado por un cáncer, se despide de su mujer Olga. Considerado  “agente del occidente capitalista, anticomunista y antipatriota”, en 1958 se ve obligado a rechazar la concesión del Premio Nobel de Literatura para evitar que su familia y amigos sean víctimas de las represalias que las autoridades soviéticas no han escatimado con él (la obra no se editaría en la URSS hasta 1985, cuando empezaron a soplar los vientos favorables de la perestroika).

Hijo del pintor Leonid Pasternak y la pianista Rosalie Kauffman, tuvo una infancia y juventud cosmopolitas, estudió filosofía en Alemania y de regreso a Moscú se integró en el grupo local de los futuristas, publicando una primera obra poética, “Un gemelo en las nubes”, con escaso éxito. Entre 1917 y 1922 estuvo circulando clandestinamente, en forma de manuscrito  “Mi hermana la vida”, libro considerado el punto de partida de todo su trabajo posterior. Los años de la Gran Guerra los pasó dando clases y trabajando en una fábrica de productos químicos en los Urales, lo que le proporcionó el material para escribir muchos años más tarde la saga de Zivago. El primer choque con las autoridades soviéticas llegó en 1930 cuando, acusado de subjetivismo, de tener un estilo “poético y no socialista”, se salvo por los pelos de que le enviaran al gulag. En 1947 inició la relación amorosa con Olga Ivinskaia, quién después quedaría retratada en la Lara de Zivago. 
"Te has enterrado en mi como el tesoro del Rin. Si hubiera muerto sin conocer esto contigo mi suerte no se habría cumplido, yo no me habría cumplido porque tú eres la última esperanza de toda yo, la que es y no sabría estar sin ti” (Tsvetaieva a Pasternak, fin de año 1929).

Cuando en 1926 Pasternak puso a Marina en relación con Rilke,  el escritor en lengua alemana nacido en Praga  pasaba los últimos meses de su vida entre la torre aislada en Veyras, que le había regalado un admirador, y  la clínica Valmont, en Suiza, donde murió de leucemia el 30 de diciembre de aquel mismo año. Su padre, ferroviario,  le había preparado un futuro militar pero el azar se encargó de que le declararan físicamente inepto para el servicio, lo que en principio le llevó a trabajar como periodista y, con el tiempo, a convertirse en uno de los grandes poetas europeos de la primera mitad del siglo XX.
Enamorado de la escritora y psicoanalista de origen ruso Lou Andreas-Salomé, mucho mayor que él (quien  había formado parte del trío –platónico- más famoso de finales del XIX, con los filósofos Friedrich Nietzsch y Paul Ree), con el tiempo transformó aquel amor de juventud en una amistad que conservó hasta el final. Casado con la escultora Clara Westhoff, antigua alumna de Rodin, de la que se separa al cabo de un año, en 1910 conoce a la princesa Marie von Thurnund Taxis, que se convierte en su mecenas: para ella escribe una obra maestra,  las Elegías del Duino (territorio entonces austriaco donde se encontraba el castillo de la princesa). Tras ser movilizado y reintegrado de nuevo a la vida civil, entre 1914 y 1916 mantiene una turbulenta relación con la pintora de origen judío Lou Albert-Lasard, integrante de la comunidad de artistas de Montparnasse y amiga de Matisse, Giacometti y Delaunay, quien después pasaría algunos meses de 1940, internada junto a su padre en el campo de concentración de Gurs.
A partir de 1919 Rilke se instala en Suiza, se reencuentra con Baladine Klossovska, a quien había conocido años atrás en París, ahora separada y con dos hijos, e inician una relación que dura seis años. En 1921, el industrial y mecenas Werner Reinhart compra para Rilke la torre aislada de Muzot, en Veyras, donde iba a residir hasta su muerte.

El deseo de Pasternak se hizo realidad. Los tres escritores, aislados y perdidos en la inmensidad de una Europa que entonces se comunicaba por correo postal y viajaba en tren, inventaron la amistad que iba a acompañarles hasta el momento en que el destino la interrumpió con la muerte de Rilke. Las cartas cruzadas de los tres amigos, cargadas de amor y encendidas por una pasión alimentada siempre por la distancia, convierten a este volumen en uno de los libros-testimonio más bellos del siglo pasado. Te escribo desde las dunas, en la raquítica hierba de las dunas…esta noche he leído tus Elegías de Duino… ¿Qué decir de tu libro?... El último escalón. Mi cama transformada en nube. Te amo, no puedo llamarlo de otra manera, son la primeras palabras que me vienen a la mente, las primeras y las mejores” (Tsvetaieva a Rilke, 13 de mayo 1926).
 Marina, exiliada en París, pasaba por el amargo trago de ver como otros escritores, rusos y refugiados como ella, le negaban el pan y la sal porque oficialmente era la mujer de un “traidor” (años más tarde, de regreso en Moscú, confiaría todos sus escritos, incluidas estas cartas a Pasternak y Rilke, a la responsable de la Gran Bibioteca de la capital rusa, pidiéndole que no se publicaran hasta pasados cincuenta años de su muerte).  A Boris, atrapado en una revolución que no era la suya, le faltaban todavía dos décadas  para hacer coincidir su propia biografía con la del Doctor Zivago: su vida, su destierro, sus amores, todo él en un retrato en carne viva  al que posteriormente el cine, y los bellísimos rostros de Omar Sharif y Julie Christie, añadirían una pátina de romanticismo. Rilke sufría, alternando su tiempo entre la torre y la clínica, en una guerra privada contra la leucemia que ya había puesto fecha de caducidad a su vida.
Las cartas –expresión de una sintonía a tres voces, que es literatura de la mejor-  incluyen también auténticos poemas, páginas y páginas cargadas de deseo, de impulsos, de un amor que alcanza niveles indescriptibles, un amor sublime y sublimado, apenas sugerido  “como los aleteos de los ángeles”, que diría Rilke. Un intercambio intelectual no siempre fácil de leer, hay que reconocerlo, pero muy estimulante para el lector. La enorme cantidad de llamadas  a pie de página, que completan y contextualizan el contenido de las cartas, viene a llenar los huecos de la memoria, y algunos hechos históricos y geopolíticos ayudan a la comprensión no solo de las complejas  biografías de los tres autores, sino también de su no menos compleja relación.

Edición e introducción de Konstantín Azadovski, Evgueni Pasternak y Elena Pasternak
Traducción del ruso de Selma Ancira
Traducción del alemán de Adan Kovacsics
Traducción de los poemas por Selma Ancira y Francisco Segovia
Editorial Minúscula, colección Con vuelta de hoja, Barcelona 2012
ISBN: 978-84-95587-88-6
440 páginas, 25€


ESQUINA ESTE: CIENCIA

Por el profesor Dr. Arcadio Funset


Avance científico y linguistico
Un nuevo concepto y un nuevo término: Escutoide

Científicos de la Universidad de Sevilla avanzan en el conocimiento del epitelio, tejido que recubre una superficie externa del cuerpo y algunos de sus órganos
Se pensaba que las células se unían unas a otras formando prismas que a su vez se unían y formaban el epitelio
Un equipo de biomédicos y biólogos de la Universidad de Sevilla, España, liderados por el doctor Escudero, descubre que esta unión de prismas conforman un nuevo cuerpo geométrico al que han denominado “ESCUTOIDE”
Los investigadores españoles han llegado a definir esta nueva forma geométrica. Pero ¿qué es?
"Las células epiteliales son los "bloques" con que se forma un cuerpo". Son como los Legos de formación de los animales” dice en un comunicado el profesor español Luis María Escudero.
Cuando un cuerpo está cambiando, cada vez de forma  más compleja, estas células “se mueven y se unen para organizarse correctamente y dar forma final a los cuerpos", dice el profesor.
Y ahí es donde entra la forma geométrica "scutoid" o “escutoide”
La lingüista Lola Pons sobre este asunto indicaCuando sabemos quién y cuándo creó una palabra, hablamos de onomaturgia”

Además aclara:
“Escudero, fue el primero en advertir que el epitelio no era como nos habían contado, y que había una forma geométrica nueva a la que dar nombre. Su apellido, derivado del latín scutum (escudo), fue un primer aliento para la
nueva palabra, que contaba además con otro apoyo: el hecho de que la estructura del escutoide recordase a la forma del tórax o scutum de algunas variedades de escarabajo. A la base de escudo se añadió el sufijo griego –oide, que significa ‘parecido a”.
La investigadora Clara Grima resalta el  gran avance científico al conocer cómo se comportan las células para formar los tejidos.
El profesor dice que cuando un cuerpo está cambiando, cada vez de forma más compleja las células se mueven y se unen para organizarse correctamente y dar forma final a los cuerpos. Y ahí es donde entra la forma geométrica "escutoide".
   


Diccionario de frases escuchadas por ahí
Por Cortázar Jr.

“En 1968 protestaban los estudiantes. En 2018, los pensionistas. O sea, los mismos”

La frase pertenece a una conseguida viñeta publicada recientemente en la prensa diaria que, como tantas otras manifestaciones del humor, lo que hace es llamar la atención sobre una evidencia.

Si de aquellas lluvias de ayer son estos lodos de hoy, aquellos estudiantes (y trabajadores en algunos casos, como fue el de Francia) de hace exactamente medio siglo son estos pensionistas de hoy que, inmunes a las inclemencias del tiempo -que son muchas en un invierno gélido, una primavera diluvial y un verano canicular- se congregan  semanalmente en las plazas  reclamando un futuro que no por escaso tiene necesariamente que ser también miserable.

Es verdad que esos  estudiantes de ayer, jubilados de hoy,  venían con la lección aprendida: la de la protesta y también la de la resistencia. Pero ni eso ni nada resta valor a la dignidad y el tesón con que están defendiendo unos derechos más que adquiridos que –por cierto, y también por amor y porque se educaron en la solidaridad- están compartiendo con sus hijos (sin trabajo) y nietos.
Entre aquellos jóvenes y estos jubilados hay un par de generaciones mimadas que nunca han levantado la voz porque las cosas les iban moderadamente bien desde el principio. Todo parecía indicar que la protesta se había perdido para siempre. Y no era bueno, porque los pueblos no deben abdicar  nunca de  su capacidad de crítica ante el poder. 
Afortunadamente para todos, los pensionistas nos recuerdan que eso no se olvida, como montar en bicicleta y algunas otras cosas que no deben mencionarse en horario infantil.



DESTELLOS DE MI MUNDO

Por Marta Díaz
PARACAÍDAS

En el cielo de la playa vi una  avioneta que pasaba, vi parapentes y paracaídas de muchos colores, era muy bonito ver desde abajo un cielo lleno de flores. 

ECUADOR

Navegábamos alrededor de  Galápagos, cerca de donde dicen que el ecuador parte el mundo, por eso se refugia tantas clases de animales, que sobreviven en la tierra y el mar, de la rotura del mundo.



AL DIRECTOR QUE LE DEN


Sr. Director:

¿Es obsceno o no, que 22 hombres, cuyo salario total anual supera los 500 millones de euros, jueguen a la pelota en el césped de Tánger contemplados por muchos con salarios anuales inferiores a 1.000 euros cada uno,  muchos de los cuales guardan bajo el asiento de la grada el petate para subirse a la patera de las 04.15?
El Omeya




Leyendas Urbanas

En tiempos pasados, a los enfermos terminales se les llevaba la extremaunción hasta la cama de su casa.
A uno de estos enfermos, un sacerdote le consolaba diciendo que pronto iba a ir a la mansión del cielo, con las ánimas santas a cantar salmos.
El paciente abrió un ojo y con un hilito de voz, que hizo inclinarse al sacerdote, le dijo:
“Desengáñese padre, que como en la casa de uno...”


El Matritense castizo


El noctámbulo, nº 28 / 4ª Epoca  /  16 de Agosto de 2.018Página 8
Cumpliendo la reglamentación vigente, señalamos que el Propietario y Director de El noctámbulo y de  Posada Literaria es el señor don Luis Díaz Garrido, mayor de edad en exceso, español.                                                                   proisa@digimedia.es







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